sábado, 23 de octubre de 2010

Para ataques nocturnos


Cuando era una pequeñaja  me daban mucho  miedo los  borrachos y los rufianes  que se metían a las casas a robar cosas y  a violar niñas. Cuando descubrí este utencilio de cocina,  me pareció que  era un arma perfecta  para defenderse de ellos, pues quién esperaría  que una  niña tuviera  en su posesión un objeto como este. Así es que me lo robe y lo puse  a un lado de mi cama.  Después mi mamá   preguntó que dónde estaba y fueron a dar con el a mi cuarto.  Nunca tuve que hacer  uso de él; luego descubrí otra forma de alejar a los rufianes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario